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[Parte 2] 2022: Un año de inflexión - Proyectos, sucesos de la vida y un gracias

En la primera parte de ese post te cuento parte del resumen de lo que fue este 2022, pasando por el verano, otoño e invierno.

Si todavía no la leiste, podés hacerlo acá




A fines de septiembre y posteriormente a inicio de octubre, hubieron dos sucesos que hasta hoy en día todavía no caigo (bueno, en realidad tampoco es que haya pasado demasiado tiempo): el primer suceso es que luego de nueve meses de no verles las caritas, mudábamos a Milo (perro), Mali (gata) y Bailey (gato). El segundo es que días más tarde llegaba un flete, no solo con los pocos muebles que me habían quedado en la ciudad, sino también con todo lo de mamá, claro, ella también llegaría mudada ese mismo día luego de un arduo viaje de 25 horas en micro desde Buenos Aires.


Y otra vez el aceleramiento: cuidar a los animalitos, adaptación que ahora no era solo mía por estos nuevos cambios (más ruidos y movimiento en la casa) si no también de mamá y los animales (qué cambio gigante para ellas y ellos también, ¿no?), ultimar detalles de los ornamentos navideños, intentar conseguir un puesto para comenzar a feriar en la temporada de verano, tener suficiente stock de hilados.

Esto es sólo una parte.


(Milo, Nieblas, Bailey, Mali)


Octubre también fue mes de comenzar a publicar más en las redes sobre los adornos navideños que, afortunadamente, ya estaban listos. 

Estos adornos se convirtieron en otro proyecto recurrente en el que, con cada año que pasa, me tomo mayor tiempo de antelación para asegurarme de tenerlos disponibles, sabiendo que además puedo hacerme un espacio para pensar en nuevas ideas de adornos ó al menos pensar en mejoras del de los de años anteriores. Tejer deco navideña definitivamente se convirtió en una de mis tareas favoritas :)


(Algunos de los sets de adornos navideños que tejí para estas fiestas)


Te cuento más: entre paseos con mamá para enseñarle el pueblo, pedidos navideños que comenzaban a entrar de a poco, publicidad paga de la cual tenía que estar atenta sobre qué me cobraba, y cómo funcionaban algunas configuraciones, prestarle atención a Milo que no molestara a las gallinas de mis vecinos, que Mali y Bailey no se escabulleran por ningún hueco y pasaran a otros terrenos, ni que Nieblas (el gato visitante) entrara a la casa para que no termine todo en una batalla campal con el resto de los animales, ocuparnos más atentamente de una pequeña huerta, seguir acomodando muebles y cambiando cosas de lugar, limpiar y ordenar, y lo que finalmente me mató: cubrir con ripio algunos huecos del jardincito… entre todo esto mi cuerpo dijo “ya no más, acá tenés una contractura, qué digo una… ¡mínimo cinco! a ver si así te quedás quieta de una vez”.


Entonces descansaba algunos días, a regañadientes por supuesto, mejoraba un poco y volvía a hacer algo que lo empeoraba. Así un par de veces más. Y claro, ahora vivía con mamá, ¿creés que no me retó? En palabras de mi madre con tono de indignación: “Daniela descansá por favor… no parás un segundo, todo el día haciendo cosas”.


(Disfrutando una mañana tejeril con mamá en mi taller)


Estaba enojada conmigo misma porque en mi cabeza yo quería seguir, había (¡hay!) tanto por hacer y mi cuerpo simplemente era un no rotundo.


Es difícil no sentir presión cuando tenés tu propio emprendimiento y dependés de tener un soporte económico totalmente por tu cuenta, especialmente si todavía no sentís que estás 100% consolidada, al punto de tener la seguridad de una estabilidad económica mínima a mediano plazo. Y ojo, que yo sí me tomo tiempo para ir a pasear y caminar pero se ve que la sumatoria de todo fue la gota que colmó el vaso.


Unas tres semanas de cocktail de dolorcitos corporales es lo que duró esta pequeña etapa de descanso obligado y en la que muy de a poco pude ir tejiendo alguna cosita por acá y por allá, y posteando algunas cosas en las redes, pero ahora por suerte ya me lo estaba tomando con bastante más calma.


(Tejiendo un mini tapiz en el río)


Luego de la visita de una amistad colombiana y esta vez sí aprovechando tomarme unas vacaciones un poco más oficiales en los días de calor de fines de noviembre, llegamos al día de la fecha. Hoy, 7 de diciembre del 2022, estoy acá sentada en mi taller, con un diluvio constante que no parece detenerse el día de hoy.



Un año sin duda alguna de cambios muy drásticos, imparable, con muchos altibajos pero un año, creo yo, con cambios que me acercan a tener la vida que deseo.

Por eso antes de finalizar todavía quiero decirte dos cosas más: primero dar las gracias, segundo contarte algunos futuros proyectos.




Gracias a vos que me leés, que mirás mis videos en Youtube, que le dás like, comentás ó compartís mis posteos en redes. 

A quien me escribe por mensaje privado para decirme “mira, vi este textil y me acordé de vos” ó “mirá, estaría bueno que hagas algo así”.

También a quien simplemente consulta, porque quien lo hace es porque le gusta lo que una crea. 


Un enorme gracias a vos que me comprás… sí sos consciente de que me ayudás a tener un sueldo y a seguir creando, ¿no? Mil gracias.

Mil gracias también a quienes, además de comprarme, se toman el tiempo de expresarme que les encantó lo que pidieron y de enviarme fotos o mencionarme en redes. Ya dije antes que es mi parte favorita saber de su felicidad con lo que reciben de mi.


E insisto una vez más, gracias a quienes además de comprar un recurso de aprendizaje me dejan sus reseñas de forma pública o por mensaje. Sus mensajes son de gran ayuda y muchas de las cosas que mejoro son gracias a sus sugerencias.

A vos que ni siquiera hablás español y estás al otro lado del mundo y me compraste un ebook, un patrón, una guía en inglés. Gracias de ultramar.


Y finalizando esta sección de agradecimiento que parece más bien sacado de una actriz que acaba de ganarse un Oscar, no quería dejar de agradecerle por un lado a mis proveedores, algunos ni me conocen personalmente y tal vez jamás lean esto pero igual me es de suma importancia porque si no fuera por todos los materiales y herramientas, no me sería posible tejer.


Y por último otro gracias gigantismo a mi mamá, porque siempre me banca y cree en mi, en mi autonomía, y en que, en este riesgo y difícil decisión de no trabajar para nadie más que para mi, yo puedo.


Una vez más: GRACIAS.




2023 - ¿Qué sigue?


El año que viene voy a continuar con todo los que es recursos de aprendizaje, por supuesto se vendrá más de la técnica Krokbragd.


Por otro lado, hace poco pude conseguir un trípode para filmar con mi celular…¡hace dos años que venía queriendo uno y finalmente pude conseguirlo! 

Este trípode debería facilitar mis días de grabación tanto para videos que haga para Youtube como para videos instructivos que sean pagos (este sería un nuevo proyecto en mente, vamos a ver si se concreta y cuándo).

Hacer más videos es sin lugar a dudas algo que quiero hacer más seguido.


También hay mucho más de mi tiempo que quiero poner en seguir desarrollando y mejorando los kits de telar, y que trabajen de mejor forma con los recursos de aprendizaje. 


Hay otras técnicas de tejido en las que me gustaría incursionar, por ejemplo cestería, textiles botánicos, y más técnicas que son con hilados pero de las cuales nunca me hago/tengo tiempo. Tal vez el 2023 sea el momento para sumergirme aunque sea en una de ellas.


Esto es a grandes rasgos pero hay mucho más. Si hay algo que no me faltan son ideas, sólo necesito tiempo (y dinero) para concretarlas. 


Po último, no quería terminar esta publicación sin una pequeña poesía tejeríl que escribí hace algunas semanas:



Ahora sí, ¡feliz año, mis mejores deseos y hasta la próxima!

Con cariñito, 

Dani.

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